miércoles, 26 de agosto de 2009

Apuntes sobre el Trío La Anexión y las músicas del Guanacaste.


Por Justino Blandón

Uno de los errores más comunes, aún entre ciertos “eruditos”, consiste en restringir la música tradicional guanacasteca a una limitada serie de ritmos.

Como todas las artes vernáculas, las músicas del Guanacaste (así, en plural, para comenzar a desterrar de nuestro lenguaje el concepto de UNA música e ir incorporando la idea de un mosaico dispar de influencias) y sus expresiones poéticas, conforman un corpus ecléctico, por sus orígenes, por las épocas diversas en que han sido incorporadas a la tradición, así como por las temáticas que abordan.

Para el pueblo, actor y razón de ser de la tradición, esto no tiene nada de extraño. Ningún guanacasteco se asombraría si, en una presentación de la Marimba Orquesta Maribel -por poner un caso conocido- se sucedieran las cumbias y las rumbas, los sones tradicionales, boleros “pirateaos” y pasillos, sin tener que pedirle permiso a ningún crítico de música, ni a ningún profesor de medio pelo, para integrar estos ritmos y motivos a la tradición de la que son fieles representantes.

Un buen ejemplo de esta esencia dispar lo constituye el repertorio del enigmático Trío La Anexión. Pese a que la existencia misma de esta agrupación ha sido puesta en duda en no pocas ocasiones, su legado es indiscutible para muchos de nosotros. En dicho repertorio, tal y como lo consignan diversos autores (Zúñiga et al, 1996; Gamboa y Gamboa, trabajo inédito, 2008) encontramos materiales rítmicos tan diversos como sones de toros, mazurcas, valses, cumbias, rumbas y pasillos.

Si confiamos en estas recopilaciones y en la memoria de informantes como el incombustible Goyito Díaz, de Nicoya, encontraremos una profunda riqueza rítmico-temática. El son tradicional, a ritmo de contradanza, acoge la tradición:

Vengo a esta plaza de toros
con el ánimo de montar

a un toro muy resabido

que mucho se oye aclamar.


El ritmo y la temática (la monta de toros, el ruedo, la faena española a la usanza regional) se funden de una manera particular, que estalla en la parte B de la canción: tras la llamada del clarín se inicia la monta y con ella llega el son de toros, la heroica consumación del rito taurino. Esta secuencia (una contradanza seguida de un son de toros) es una de las más arraigadas en el Guanacaste.

El Trío La Anexión explora la contradanza solitaria, en su bien conservada fábula llamada Contradanza de los liberianos sin cabeza:

Entre todas las historias
hay una muy singular:
la de siete liberianos
que se hicieron a la mar.


Con dos ollas de fritanga
y ataos de tamal pisque

agarraron una panga

y bajaron el Tempisque.

La alusión a las comidas regionales, al propia noción del Tempisque como un brazo del mar que entra en la tierra (una visión muy propia de quienes viven en las márgenes de este imponente río), encuentra en este ritmo una cadencia conocida que le permite desarrollar una narrativa vernácula. En vez de narrar una corrida, la canción cuenta una fábula, de ahí que nunca llegue a explotar en el son de toros).

Pero quizá el aporte que más sorprende en el corpus musical del Trío La Anexión son sus incursiones en los ritmos tradicionales de origen “tropical”. Ritmos como la cumbia y la rumba están presentes en la provincia desde hace más de un siglo. Recordemos la presencia de varias colonias, especialmente una gran colonia cubana en la zona de La Mansión de Nicoya, de la que formó parte el propio Antonio Maceo, prócer de la independencia de esa isla caribeña. El Trío relata en su juguetona Rumba del Cadejos en La Habana una extraña aventura que involucra nada menos que a Maceo:

Así al fin, una mañana,
teniendo su Patria lejos,

el General y el Cadejos
se fueron para La Habana.


La leyenda nos relata

que su alegría fue tanta

que pasearon en volanta
rumbeándose a una mulata...


En una tónica similar, la famosa Cumbia de La Llorona explora una veta humorística también de larga tradición en Guanacaste. La adopción del ritmo resulta particularmente característica en el uso de la marimba (al igual que en la ejecución de la rumba), instrumento de origen africano que acá retorna a su fuente, incorporándose a la música caribeña. El tema, tratado con total desenfado, es de una raíz absolutamente regional:

Como al filo de las siete
a punta’e guaro y chirrite
del bar-salón El Guitite

salí hasta el seserete...


Así, pasando sin ningún reparo de la contradanza al son de toros, luego a la rumba y a la cumbia, el repertorio del Trío La Anexión nos devuelve un Guanacaste muchísimo más diverso del que se suele inventar en las academias josefinas. Guanacaste es más que “tambito” y “parrandera”. Es la sutileza de un pasillo, el lamento de un vals, el humor de la polca:

Sube que sube el chombo en el sandal,
maja la horqueta y espanta un panal

y como el rabo lo tiene carrasposo

toditas las avispas lo pican en el...

sube que sube el chombo en el sandal...


Dejando de lado la discusión sobre el carácter apócrifo de este repertorio, lo cierto es que existe, que forma parte de una tradición y que poco importa quién compuso estas canciones: el legado es del pueblo, actor y razón de ser del folclore. Y para ser consecuentes con esa tradición, nos despedimos con un son de toros, parte de las Coplas del Cusuco, una de las obras inéditas de este Trío La Anexión (que esperamos pronto salga a la luz):

Ya se va la cimarrona,
ya se va la espanta-perros

remontando aquellos cerros

hasta quedarse pelona.


1 comentario:

  1. Este endiablado caballero disfraza la mentira de ficción y me hunde, aún más profundamente, en la ignorancia. Lo peor es que paso de no saber a creer que se y eso es…terrible. En cuanto a lo que parece el “fondo” del asunto, me ha costado un par de mundos - y me sigue costando otros tantos- deshacerme de las consecuencias de esta manía de los eruditos de intentar ordenar pulcramente los revoltijos de la vida.

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