domingo, 9 de agosto de 2009

Coplas absurdas y objetos imposibles.

Reflexiones inéditas de Justino Blandón en torno a lo que él llamaba “surrealismo vernáculo”.

“Ojos de perro velando iguana,
patas de gato con escarpín,
dedos de mono tejiendo lana...
¡aquí está tu muñeca!”
Anónimo

En la cultura tradicional de Guanacaste (y acaso en todas las culturas tradicionales), la presencia del absurdo, la invención descarrilada, el objeto sin objeto -es decir, sin utilidad desde el punto de vista racional-, la creación automática de versos y otras manifestaciones artísticas que encajan dentro de los cánones de los movimientos estéticos conocidos como “vanguardias”, no son los ejercicios bohemios de una generación sedienta de protagonismo, sino que son fruto de procedimientos ancestrales de creación artística, profundamente arraigados.

Coplas absurdas, automáticas, como la que encabeza este escrito no son excepcionales. Los ejemplos abundan en la tradición oral y echan por tierra todo lo que se ha dicho en los ámbitos académicos en torno a la supuesta “originalidad” del movimiento surrealista francés. En todo caso, su excepcionalidad encajaría más dentro de la definición patafísica de Jarry (Gestes et opinions du docteur Faustroll, pataphysicien. París, 1911), según la cual la excepción es la regla y no existe, en consecuencia, otra explicación que la imaginaria.

Sin haber leído a Jarry ni a Bretón, un campesino cualquiera disparó estas coplas, que han resistido la prueba del tiempo por obra, sin duda, de ningún otro factor más que la casualidad:

“Qué linda que va la luna,
redonda como un colchón.
Así está mi corazón
que parece una escopeta...”

Otro de los procedimientos robados por los surrealistas a la tradición popular es el de la creación de palabras. En su conocido decálogo de la escritura automática, Bretón recomienda: “ a la palabra que os parezca de origen sospechoso, poned una letra cualquiera, la letra l, por ejemplo, siempre la primera, y al imponer esta inicial a la palabra siguiente conseguiréis que de nuevo vuelva a imperar la arbitrariedad” (Bretón, André. Manifiesto surrealista. París, 1924). Viejas canciones de la provincia, totalmente ajenas a la iluminada academia francesa, contienen párrafos como el que sigue:

“En Cañas Dulces siempre hay reprocítica
entre las personas de aquélla región,
nunca les falta comuniquistancia
y así viven todos en perfecta unión.”

Definidos por sus propios usuarios, estos neologismos tienen significados que evidencian procedimientos creativos aún más sofisticados que los del sabio francés. “Reprocítica” es la fusión de las palabras “reciprocidad” y “política”, mientras que el vocablo “comuniquistancia” sigue patrones de generación propios de lenguas germánicas, y significa literalmente “comunicación a la distancia”.

Con la misma claridad podemos observar el fenómeno en otras artes populares, en la artesanía y en la creación de objetos de uso común, como el “risfle de diesel”, escuchado de boca de un niño agricultor nicoyano en los años 60, o la “guitarreta”, una combinación de guitarra y trompeta, encontrada entre los objetos del profesor Saturnino Valle, en la comunidad de Juan Díaz.

(Hasta aquí el artículo del profesor Blandón, sin embargo nos ha parecido importante complementar este último párrafo de su artículo con algunos ejemplos. Dentro del vanguardismo europeo, el mayor representante de esta corriente es Jacques Carelman: http://www.cienaniosdeperdon.com.ar/io/index1.htm . Sobre las objetos e instrumentos vernáculos costarricenses mencionados por Blandón en este y otro ensayo, que publicaremos próximamente, no encontramos ninguna referencia en Internet, pero pueden resultar ilustrativos los trabajos de varios latinoamericanos, en especial los del ilustre maestro guatemalteco Joaquín Orellana: http://www.youtube.com/watch?v=ZFkXoD8KKlo ).